Después del escándalo originado por el programa espía llamado Pegasus que vendía la empresa israelita NSO Group para que sus clientes ( gobiernos y empresas ) pudiesen espiar a ciertas personas, las cosas parecen más calmadas porque apenas se publican noticias de espionaje electrónico, pero no por eso la situación ha cambiado.
El gobierno USA sancionó a la empresa NSO a finales de 2021 porque con su programa espía Pegasus se vulneraban los derechos de periodistas, políticos y defensores de los derechos humanos.
Y eso fue un fuerte varapalo para la potente industria israelita dedicada al hackeo. Algunas empresas han desaparecido, otras han cambiado de nombre y evolucionado en su actividad, etc … Pero la necesidad del “mercado” sigue presente, y los técnicos siguen vivos y supongo que trabajando.
En Europa hay empresas que realizan funciones más o menos similares, y otras se han instalado en países del este ( Kazajstan, etc … ) que tienen una legislación más permisiva en el tema de los derechos humanos.
Las dictaduras más o menos encubiertas no han disminuido en los últimos años, sino que cada vez son más poderosas. Y además algunos países que se declaran democráticos están gobernados por dirigentes autocráticos, a los que les gusta controlar a los ciudadanos de su país. Y esos dirigentes necesitan herramientas de control de las personas.
Habiendo una necesidad hay un mercado, y si hay un mercado alguien le suministrará lo que necesite.
Ahora hay gobiernos que ofrecen muchas y buenas posibilidades a los expertos en hacking, para que trabajen con ellos, y/o creen empresas en sus países.
No nos engañemos, los poderosos harán todo lo posible para mantenerse en el poder todo el tiempo que puedan, y la información que les ofrece el espionaje electrónico es una herramienta imprescindible para ellos.
A Pegasus le sustituirán otros programas ( seguro que ya los hay ), y los simples mortales solo nos enteraremos si es que se produce algún “error” en su utilización.
Este mundo es así de perro.