El panorama global de la movilidad está cambiando radicalmente. La era de los vehículos de combustión interna se acerca a su fin, dando paso a la electrificación y a una nueva generación de coches que prometen un futuro más limpio y sostenible. En esta carrera hacia la movilidad eléctrica, China ha tomado la delantera, consolidándose como el líder indiscutible del mercado.
La razón de este dominio chino es simple: China controla el corazón del coche eléctrico: la batería. Dos empresas chinas, CATL (Contemporary Amperex Technology Co. Limited) y BYD (Build Your Dreams), dominan la producción mundial de baterías de ion-litio, la tecnología que impulsa los coches eléctricos. Estas baterías representan alrededor del 40% del valor total de un vehículo eléctrico, lo que convierte a China en un actor fundamental en la cadena de suministro global.
La historia de este éxito se remonta a más de dos décadas. Mientras el resto del mundo miraba con desconfianza a los vehículos eléctricos, China apostó por su desarrollo. La nación asiática, que sufría niveles alarmantes de contaminación en sus grandes ciudades, vio en la electrificación una oportunidad para limpiar el aire y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
En los primeros años del siglo XXI, China comenzó a invertir masivamente en investigación y desarrollo de baterías. Se impulsó la producción de autobuses y taxis eléctricos, creando un mercado interno que permitió a las empresas chinas ganar experiencia y escala. Esta estrategia de desarrollo nacional, a la que algunos podrían llamar «proteccionismo», ha sido clave en el éxito chino.
A lo largo de los años, China ha logrado dominar la producción de baterías, reduciendo costos y mejorando la eficiencia. No solo se han especializado en la fabricación, sino que también han impulsado la innovación en tecnología de baterías, lo que les ha permitido competir con los líderes históricos del sector, como Panasonic, LG y Samsung.
La estrategia china ha ido más allá de las baterías. Han comprendido que la electrificación no solo se trata de la tecnología, sino también de la infraestructura. China ha invertido fuertemente en la creación de una red de carga pública, incentivando la adopción de coches eléctricos por parte de los consumidores.
El resultado de esta visión estratégica ha sido un crecimiento exponencial en el mercado chino de coches eléctricos. Actualmente, China produce y vende más coches eléctricos que el resto del mundo combinado, lo que les permite controlar el desarrollo de la tecnología y la configuración del mercado global.
Las empresas chinas no solo se están consolidando en su mercado local, sino que también están expandiendo su influencia a nivel internacional. Han comenzado a construir plantas de fabricación en Europa, Estados Unidos y otros países, lo que les permite acceder a nuevos mercados y competir con las empresas occidentales.
Es importante destacar que el gobierno chino ha desempeñado un papel fundamental en este éxito, proporcionando incentivos y apoyo financiero a las empresas del sector. Sin embargo, es erróneo pensar que este apoyo es único. La mayoría de los países desarrollados han implementado políticas para fomentar su industria automotriz, incluyendo incentivos fiscales para la compra de vehículos eléctricos y subvenciones para la investigación y desarrollo.
China simplemente ha sido más estratégica y desde hace muchos años ha apostado por la electrificación desde un punto de vista global, creando un ecosistema que le ha permitido posicionarse como líder indiscutible.
La batalla por el dominio del mercado de los coches eléctricos no se limita a la tecnología, sino que también involucra la economía, la política y la geopolítica. China ha demostrado una capacidad excepcional para navegar en este complejo panorama, consolidándose como una potencia global en el sector de la movilidad eléctrica.
El futuro del transporte es eléctrico, y China está preparada para liderar este cambio. ¿Podrán las empresas occidentales recuperar terreno o se enfrentarán a una hegemonía china en este sector de la movilidad? La respuesta dependerá de su capacidad para adaptarse, innovar y competir en un mercado global cada vez más dominado por China.
Se puede ver un vídeo que he encontrado en la revista VOX que me parece ecuánime y clarificador: https://youtu.be/rkxMdmipYqM
Como muchas veces digo, el futuro está por ver.