La aviación es uno de los sectores con mayor impacto en el cambio climático. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la aviación comercial representan el 2,5% de las emisiones globales, y se espera que aumenten en un 50% en los próximos 30 años.
Una de las medidas que se han propuesto para reducir las emisiones de la aviación es la prohibición de los vuelos cortos. Un vuelo corto se define como un vuelo de menos de 500 kilómetros, que es la distancia que puede recorrerse en tren en menos de dos horas y media.
La prohibición de los vuelos cortos tiene un impacto directo en las emisiones de GEI. Un estudio de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) estima que la prohibición de los vuelos cortos en Europa podría reducir las emisiones de la aviación en un 10%.
Esto ya se ha empezado a aplicar en Francia y parece que va a hacerse en otros países, pero hay mucha gente que no está nada contenta con la medida. Aducen que puede afectar a la conectividad entre ciudades, especialmente en regiones con poca infraestructura ferroviaria, y también que puede aumentar el coste de los viajes, ya que los trenes suelen ser más caros que los aviones.
Pero esto tiene trampa, pues los aviones son más baratos que los trenes por las subvenciones que se aplican al transporte aéreo. Lo cual no tiene mucho sentido, y menos cuando hay alternativas de transporte mucho menos contaminantes, como es el caso del tren.
Creo que el paso más importante es que los ciudadanos nos mentalicemos de una vez por todas que la Crisis Climática es uno de los mayores problemas que tenemos, si no el mayor a medio-largo plazo, y que debemos actuar en consecuencia.
Lo más importante es modificar nuestros hábitos de costumbres, y mentalizarse de que tengamos que “ceder” en algunos de nuestros privilegios actuales para dejar a nuestros descendientes un entorno climático más sostenible. Con el objetivo final de que sea sostenible del todo.
Y no tenemos que dejar que nos engañen, los vuelos, y en especial los de los aviones grandes, están muy lejos de ser no contaminantes, ya que no hay una alternativa real. Los que hablan del uso de combustibles SAF, no dicen que no va a haber ese tipo de combustible para todas las necesidades de los vuelos actuales y futuros. Es una verdad a medias, o lo que es lo mismo: un engaño. Puro y simple “green-washing” para engañar a la gente.
Los vuelos de placer, que son una mayoría, como los viajes de cruceros, y otros muchos son actividades lúdicas que realizamos a base de contaminar nuestro entorno, y que deberíamos de pensar un poco antes de hacerlas. Se puede disfrutar con otras actividades y en otros lugares menos lejanos.
Podemos vivir bien de otra manera y contaminando mucho menos. Solo hay que ser conscientes del reto que tenemos delante, y estar dispuestos a “perder” algunos de los beneficios que disfrutamos, para dejar un futuro mejor a nuestros descendientes.