Vivimos en un tiempo donde la información fluye a velocidades increíbles, pero también en una era donde la desinformación se ha convertido en un enemigo silencioso, persistente y peligrosamente eficaz. Esto es especialmente grave cuando hablamos del Cambio Climático, un fenómeno global que afecta a todos los rincones del planeta y que necesita respuestas basadas en evidencias, no en opiniones o intereses particulares.

Frente a esta realidad, la comunidad científica ha optado por la mejor herramienta posible: la transparencia. Y es que no hay mejor antídoto contra la mentira que la verdad expuesta de forma abierta, accesible y verificable. Esta es, precisamente, la gran baza de la ciencia climática contemporánea: ofrecer datos que cualquier persona, institución o gobierno puede consultar, analizar y contrastar.

Desde hace ya años, los investigadores que estudian el clima y su evolución han apostado por un enfoque de ciencia abierta. No solo publican los resultados de sus estudios, sino que también comparten los modelos numéricos utilizados —frecuentemente bajo licencias de código abierto— y los conjuntos de datos que sustentan sus conclusiones.

Este enfoque tiene múltiples ventajas. Para empezar, cualquiera con conocimientos científicos puede examinar los datos, replicar los experimentos, proponer mejoras o señalar posibles errores. Lejos de debilitar la ciencia, esta práctica la fortalece. El conocimiento se vuelve más robusto cada vez que es validado por otros investigadores independientes.

Así se construye el consenso científico: no por imposición, sino por la acumulación de evidencias que resisten los más rigurosos escrutinios. Y en el caso del cambio climático, ese consenso es ya abrumador. No porque lo diga una sola fuente, sino porque miles de científicos, en decenas de países, han llegado a conclusiones similares al observar y estudiar la misma realidad desde diferentes ángulos.

Hoy en día, existen numerosas iniciativas que ofrecen al público acceso libre a herramientas de análisis y datos climáticos. Una de las más importantes es NASA Earth Data, que permite explorar visualizaciones interactivas de variables como la temperatura, el nivel del mar, o la cobertura de hielo en los polos.

Otra fuente de referencia es Copernicus, el programa europeo de observación de la Tierra. A través de su web   https://www.copernicus.eu/en

   , se pueden consultar informes, descargar datos, e incluso ver mapas interactivos que muestran cómo están cambiando diversos parámetros ambientales en todo el mundo. Y lo mejor: está disponible en múltiples idiomas, lo que democratiza aún más el acceso a esta valiosa información.

Estas herramientas no son solo útiles para investigadores o profesionales. Están diseñadas también para ciudadanos curiosos, periodistas, educadores y responsables de políticas públicas que quieran entender mejor el estado actual del planeta.

La desinformación no se detiene, pero se queda sin argumentos. Pese a toda esta apertura, los negacionistas y los desinformadores no han desaparecido. Algunos siguen manipulando datos, sacando frases de contexto o sembrando dudas con retórica vacía. Pero lo tienen cada vez más difícil. Porque la ciencia no solo habla con hechos, sino que los pone al alcance de todos.

Cuando cualquier persona puede acceder directamente a los datos satelitales, a los modelos climáticos y a los informes de evaluación, los bulos pierden fuerza. Los fanáticos seguirán gritando, sí, pero ya no tienen el monopolio del mensaje. Hoy, quien quiera saber la verdad, puede encontrarla con facilidad.

Queridos amigos, nunca ha sido tan sencillo estar bien informado sobre lo que sucede con el clima de nuestro planeta. Con tan solo un clic, podemos acceder a datos sólidos, elaborados por expertos, revisados por pares y puestos al servicio del bien común. Lo que antes solo estaba al alcance de académicos o instituciones especializadas, ahora está disponible para cualquier persona con conexión a internet y la voluntad de aprender.

Por eso, es importante que, como sociedad, sepamos distinguir entre fuentes fiables y discursos interesados. Que valoremos el trabajo riguroso de quienes dedican su vida a estudiar el clima, y que usemos esa información para tomar decisiones informadas, tanto en nuestra vida cotidiana como en el ejercicio de nuestra ciudadanía.

El planeta nos habla cada día a través de la ciencia. Y si escuchamos con atención, veremos que el mensaje es claro, urgente y lleno de datos. La verdad está ahí fuera —y es pública.

Ahora solo se necesita actuar con la urgencia requerida.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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