Lo mismo que en la Fórmula 1 se lleva a los coches al máximo, y se investigan nuevas tecnologías y productos que pueden acabar siendo usados por los coches que circulan por nuestras carreteras, en la Formula E se hace lo mismo para el caso de los coches eléctricos.

Los monoplazas de Fórmula E se enfrentan a condiciones extremas en cada carrera. Deben acelerar con rapidez, tomar curvas cerradas, soportar frenadas bruscas y competir en diferentes climas, desde el calor sofocante hasta el frío intenso.

Este entorno tan exigente obliga a los ingenieros a innovar constantemente para desarrollar baterías más potentes y duraderas, motores más eficientes, sistemas de recuperación de energía más sofisticados y chasis más ligeros y resistentes.

Un ejemplo claro es la gestión de la energía. En la Fórmula E, los pilotos tienen que gestionar la batería con mucha precisión para llegar a la meta. Esto ha impulsado el desarrollo de sistemas de gestión de energía más eficientes que optimizan el uso de la batería en los coches eléctricos de calle, ampliando su autonomía.

Otro caso es el de las baterías. Las baterías son el componente clave de cualquier vehículo eléctrico. En la Fórmula E, la capacidad y el rendimiento de las baterías han mejorado de forma espectacular en los últimos años.

Esto ha permitido aumentar la autonomía de los monoplazas, reduciendo el tiempo de las recargas y haciendo que la tecnología de baterías sea más viable para su uso en coches de calle.

Y otra diferencia está en los motores. Los motores eléctricos de la Fórmula E son increíblemente eficientes. Convierten casi el 90% de la energía eléctrica en energía cinética. Esta mayor eficiencia se traduce en un menor consumo de energía y, por lo tanto, en mayores autonomías con menos emisiones

La Fórmula E se creó hace 10 años, y tiene 11 equipos que corren con 22 coches de carreras bastante similares a los de Fórmula 1, con la salvedad de que funcionan con una batería y un motor eléctrico.

Las baterías de estos coches proporcionan 350 KW de potencia y alcanzan velocidades de 320 Km/h., que no está lejos de la velocidad que se consigue en la Fórmula 1.

Trabajan mucho en la investigación de baterías, pues deben de ser lo más ligeras posibles ( su peso no puede superar los 284 Kg. ), y proporcionar una gran energía el máximo de tiempo, además de ser capaces de recargarse en muy poco tiempo. Y para conseguir todo esto, estas baterías están inmersas en un fluido refrigerante.

No tienen nada que ver con las de los coches eléctricos normales, pero muchos de los avances que se obtienen acabarán siendo aplicados por el resto de los coches eléctricos.

Aparte de un buen banco de pruebas, es un espectáculo que cada día atrae a un mayor número de personas, y donde las empresas invierten mucho dinero.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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