Durante décadas, Estados Unidos ha reinado indiscutiblemente como el epicentro mundial de la innovación farmacéutica. Sin embargo, un nuevo gigante se alza en el horizonte: China. Si bien Estados Unidos sigue siendo el líder, con una diferencia cada vez menor, el auge de la industria biotecnológica china está transformando el panorama farmacéutico global a una velocidad vertiginosa. La pregunta ya no es si China se convertirá en un actor principal, sino cuándo superará a Estados Unidos y dominará el mercado.
El crecimiento de China en este sector es innegable. Mientras Europa se queda rezagada, China ha superado al Viejo Continente en la carrera por el desarrollo de nuevos medicamentos, pisándole los talones a Estados Unidos. En 2023, la diferencia en el número de nuevos medicamentos aprobados entre China (25) y Estados Unidos (28) fue mínima, dejando a Europa en un distante tercer lugar con apenas 17. Esta diferencia no es casualidad, sino el resultado de una estrategia nacional de inversión en I+D y de un entorno regulatorio que favorece la rápida comercialización de nuevos fármacos.
Entre 2019 y 2023, el gasto en I+D farmacéutico en China creció a un ritmo anual superior al 16%, superando con creces el menos del 7% de Europa y el poco más del 5% de Estados Unidos. Si bien Estados Unidos se mantiene a la cabeza gracias a su histórica ventaja, la brecha se está cerrando rápidamente. La agresiva inversión china en investigación y desarrollo está dando sus frutos, atrayendo talento y generando innovación a un ritmo sin precedentes.
Un factor clave en el ascenso de China es la eficiencia y la rapidez con la que operan sus empresas biotecnológicas. Las nuevas leyes chinas permiten iniciar pruebas en humanos en tan solo tres meses, un proceso que en Europa y Estados Unidos puede llevar años. Esta agilidad, combinada con costos significativamente menores, ha convertido a China en un destino atractivo para las empresas farmacéuticas norteamericanas que buscan subcontratar el desarrollo y la fabricación de sus productos.

Cada vez más empresas estadounidenses optan por esta vía para maximizar sus beneficios, externalizando la producción a China y luego importando los productos terminados para su venta en el mercado estadounidense.
Esta tendencia, si bien beneficiosa a corto plazo para las empresas estadounidenses, plantea serias preocupaciones a largo plazo. Al ceder la investigación y la fabricación a China, Estados Unidos corre el riesgo de perder su liderazgo en innovación y, a la larga, su independencia en el suministro de medicamentos esenciales.
Estamos ante una repetición de errores del pasado, priorizando los beneficios económicos inmediatos sobre la inversión estratégica en investigación y desarrollo a nivel nacional.
El mercado mundial de productos farmacéuticos con receta alcanzó los 1.288.299 millones de euros en 2023, con Estados Unidos controlando el 53% y Europa el 27%. Sin embargo, la producción se está desplazando hacia Asia, especialmente a China. De no tomar medidas correctivas, Occidente corre el riesgo de perder su posición dominante en este mercado crucial, al igual que ha sucedido en el sector de los coches eléctricos, donde China ha tomado la delantera en desarrollo y fabricación.
La lección del sector automovilístico debe servir de advertencia. La complacencia y la búsqueda de beneficios a corto plazo pueden tener consecuencias devastadoras para la industria nacional y el empleo. Es crucial que los gobiernos occidentales implementen políticas que fomenten la innovación y la producción local, invirtiendo en I+D y creando un entorno regulatorio que permita a las empresas competir con la velocidad y la eficiencia de China.
El dragón farmacéutico chino está despertando. Si Occidente no reacciona con decisión, corre el riesgo de ser superado y relegado a un segundo plano en un mercado vital para la salud y el bienestar de sus ciudadanos. La apuesta por la innovación y la soberanía tecnológica no es solo una cuestión económica, sino una cuestión de seguridad nacional. El futuro de la industria farmacéutica global está en juego, y la respuesta de Occidente determinará quién controlará este sector estratégico en las próximas décadas.
Por lo que veo, no se dejan de cometer los mismos errores que en el pasado. Poner por delante los objetivos económicos a corto plazo, y ceder la investigación y fabricación a países lejanos, para más tarde quejarnos de que nos han “comido” el mercado y tenemos que despedir a muchos de nuestros trabajadores.
Una verdadera lástima !!