Las palabras de António Guterres, Secretario General de la ONU, resuenan cada vez con mayor urgencia: “El mundo debe estar a la altura del desafío del aumento de las temperaturas”. Cada verano se convierte en un cruel recordatorio de la Crisis Climática que enfrentamos. Las olas de calor abrasadoras azotan el planeta, los récords de temperatura se rompen con una frecuencia alarmante y las consecuencias, desde sequías devastadoras hasta inundaciones catastróficas, se vuelven cada vez más tangibles.
A pesar de la creciente evidencia y las advertencias cada vez más severas de la comunidad científica, la respuesta global sigue siendo lamentablemente inadecuada. Es cierto que se están logrando avances en áreas como la energía renovable, con la instalación de paneles solares alcanzando niveles sin precedentes. Sin embargo, estas victorias se ven eclipsadas por la creciente demanda energética mundial, impulsada por el crecimiento económico y demográfico. Seguimos dependiendo de los combustibles fósiles, la raíz del problema, como si esto pudiese durar indefinidamente. Y no es así.
La desconexión entre la urgencia del mensaje y la acción real es desconcertante. ¿Por qué, a pesar de las advertencias cada vez más urgentes, seguimos postergando las acciones necesarias para evitar una catástrofe climática?
Las causas de la inacción son variadas:
. La negación y la desinformación: La industria de los combustibles fósiles ha invertido miles de millones en campañas de desinformación para sembrar dudas sobre la ciencia del clima. Esto ha creado una falsa dicotomía en el debate público, obstaculizando la acción política decisiva.
. Intereses creados: Las empresas de combustibles fósiles, con sus enormes ganancias y su influencia política, se resisten a una transición energética rápida y justa. Priorizan sus intereses a corto plazo sobre el bienestar a largo plazo del planeta y sus habitantes.
. Cortoplacismo político: La urgencia de la crisis climática choca con los ciclos electorales y la búsqueda de beneficios políticos a corto plazo. Los líderes mundiales, a menudo, priorizan medidas populares con un impacto inmediato sobre las políticas climáticas con beneficios a largo plazo.
. Desigualdad y justicia climática: La carga de la crisis climática no se distribuye equitativamente. Los países en desarrollo, a pesar de ser los menos responsables de las emisiones históricas, son los más vulnerables a sus impactos. La falta de apoyo financiero y tecnológico de los países desarrollados exacerba la injusticia climática.
Abordar la Crisis Climática requiere una transformación profunda de nuestro sistema de vida actual basado en el petróleo que abarque todos los aspectos de la sociedad:
. Transición energética justa y acelerada, sobre todo acelerada: Debemos eliminar lo antes posible los combustibles fósiles y acelerar la transición hacia fuentes de energía renovables, garantizando al mismo tiempo una transición justa para los trabajadores y las comunidades que dependen de la industria de los combustibles fósiles.
. Políticas climáticas ambiciosas: Los gobiernos deben implementar políticas climáticas ambiciosas, incluyendo la fijación de precios al carbono, la inversión en infraestructura verde y la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles. Y no admitir los chantajes de los lobbies de la industria petrolera
. Cooperación internacional robusta: La acción climática requiere una cooperación internacional sin precedentes. Los países desarrollados tienen la responsabilidad histórica y la capacidad financiera de apoyar a los países en desarrollo en sus esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático.
. Innovación tecnológica y soluciones basadas en la naturaleza: La inversión en investigación y desarrollo de tecnologías limpias, así como en soluciones basadas en la naturaleza, como la reforestación y la conservación de los ecosistemas, es fundamental para reducir las emisiones y aumentar la resiliencia climática.
. Es una gran mentira cuando nos dicen que estos cambios son costosos, porque es mucho más costoso no realizarlos.
Pero lo más importante es generar un cambio cultural y social: Abordar la Crisis Climática requiere un cambio cultural y social fundamental. La educación, la concienciación pública y la acción colectiva son esenciales para impulsar la transformación necesaria.
Creo que la Crisis Climática es el desafío más importante de nuestro tiempo. Es una crisis moral, social, económica y ambiental que amenaza el futuro de la humanidad. La inacción no es una opción. Debemos actuar ahora, con determinación y urgencia, para construir un futuro sostenible y equitativo para todos.
Las palabras de António Guterres deben servir como un llamado a la acción, no como una letanía de advertencias ignoradas. La ventana de oportunidad para evitar los peores efectos del cambio climático se está cerrando rápidamente. Es hora de que los líderes mundiales, las empresas y los ciudadanos de todo el mundo se unan para enfrentar este desafío común y construir un futuro más justo y sostenible para las generaciones venideras.
¿ Actuaremos con la urgencia debida ? Permitirme que lo dude.