Queridos amigos, os habéis dado cuenta que una gran cantidad de cosas y productos que nos venden llevan la etiqueta de “verde”, “bio”, “sostenible”, “orgánico”, etc …
Nos gusta sentirnos bien, y el hecho de que compremos productos “verdes” ( o sea ”ecológicos” ) nos gratifica y los compramos con mayor satisfacción.
Y por eso las marcas colocan esas etiquetas en sus productos, porque así se vende más y mejor, pero sin demostrar nada de lo que publicitan. Y ahí está la trampa, que las marcas ponen lo que mejor les favorece sin aportar datos que respalden esas etiquetas.
Esto en el mundo anglosajón se denomina “greenwashing” ( lavado verde de cara ), y creo que es una palabra muy adecuada. En un análisis de la Comisión Europea, del orden de la mitad de lo que indican las empresas en sus webs corporativas es tendencioso o falso, pero lo dicen de manera que es difícil que las sancionen por ello. Y por lo tanto continúan haciéndolo.
Quizás tengamos que empezar a pensar los usuarios que las palabras como sostenibilidad, eco, etc … en los productos que nos venden son palabras bastante vacías de contenido. Y por lo tanto debemos de matizar más y mejor las razones de nuestros procesos de compra.
No se trata de complicarse la vida en exceso, sino de relativizar el “greenwashing” que recibimos con algunos parámetros muy sencillos:
- Comprar un producto de temporada que se cultive próximo es mejor que otro que no lo sea
- Comprar ropas que nos duren y a ser posible hechas en nuestro país es mejor que otras alternativas aparentemente más baratas
- Reparar los productos para que duren es mejor que cambiarlos por otro nuevo
- Y así podríamos seguir con otros muchos ejemplos
En definitiva, se trata de poner nuestro sentido común a funcionar, y no seguir las tendencias que nos quieren imponer las marcas con su ruido mediático y su “greenwashing”.
De nosotros depende.
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