A veces, leo artículos que me dejan con un nudo en el estómago. Uno reciente sobre Mechanize, una empresa cuyo objetivo es, lisa y llanamente, automatizar todos los trabajos, me ha dejado pensando. Su premisa es simple: pensar con IA, actuar con robots, y dejar a los humanos con una subvención para sobrevivir. Un objetivo utópico, sí, pero con un trasfondo inquietantemente preocupante. Es un eco de las ideas que muchos gurús y grandes inversores de Silicon Valley parecen estar impulsando.
Recordemos las palabras de Bill Gates, quien anticipó que la necesidad de humanos para ciertas tareas se desvanecería. Y, aunque muchos puedan decir que estamos muy lejos de ese escenario, la realidad es que la tecnología avanza a pasos agigantados.
Ya vemos ejemplos de IA realizando tareas de programación y robots llevando a cabo trabajos con una autonomía cada vez mayor, aprendiendo de la observación humana. Esta realidad no es solo un avance tecnológico, es una muestra de una tendencia de fondo: el reemplazo del trabajo humano.
¿Es esto una conspiración? No necesariamente. Pero sí una realidad subyacente a la avaricia y la lógica del capitalismo moderno. No hay que ser ingenuos: a los más ricos, el trabajo humano les parece, en esencia, una molestia. Trabajadores que se ponen enfermos, perezosos, que buscan mejoras salariales… algo que un robot nunca hará. Y así, la tecnología, que alguna vez prometió mejorar la vida de todos, parece estar diseñada para potenciar la riqueza y el poder de una élite cada vez más reducida.

El capitalismo de la nube, como bien ha destacado Yanis Varoufakis, está tomando el control de nuestras vidas con una velocidad asombrosa. Los mercados, por encima de Gobiernos e instituciones, rigen la suerte de todos nosotros. En este contexto, la automatización de los trabajos no es un mero desarrollo tecnológico; es una estrategia para consolidar el poder económico en manos de unos pocos.
El vídeo https://youtu.be/CzgkHIwSkP8 ofrece una perspectiva profunda sobre esta inquietante tendencia. Aunque es largo, la reflexión que presenta es crucial para entender el contexto en el que nos movemos. El capitalismo, en su afán de maximizar la eficiencia y la productividad, se está desplazando hacia un modelo en el que la mano de obra humana, vista como un factor variable, se convierte en un obstáculo.
Entonces, ¿qué podemos esperar? ¿Es inevitable una era en la que la mayoría de las personas no necesiten trabajar para subsistir? ¿Un paraíso tecnológico donde la escasez del trabajo sea la norma?
La respuesta no es tan simple como un sí o un no. Hay un gran debate que se avecina. Por un lado, la automatización podría liberar a los humanos de trabajos tediosos y peligrosos, permitiéndonos centrarnos en actividades más creativas y gratificantes. Sin embargo, el peligro reside en la brecha cada vez mayor entre los que poseen la tecnología y los que no.
Si la automatización no se gestiona con cuidado, podría exacerbar la desigualdad, dejando a gran parte de la población sin un papel significativo en la sociedad. La cuestión no es si la IA automatizará los trabajos, sino cómo la sociedad se adaptará a ese cambio y qué medidas se tomarán para asegurar que este cambio beneficie a todos.
El futuro no está escrito. Depende de nosotros, de nuestros gobiernos, de nuestra capacidad para adaptar la tecnología al servicio de la sociedad, y no al revés. Necesitamos debatir, cuestionar y, lo más importante, actuar para evitar que la automatización de los trabajos se convierta en un instrumento de opresión y no de progreso.
¿Qué opinas tú, querido amigo? ¿Crees que estamos demasiado cerca de un futuro donde la mayoría de los trabajos sean automatizados y qué papel deberíamos jugar en ese futuro? Comparte tus pensamientos en los comentarios.
Es crucial que esta conversación se extienda, que abordemos esta cuestión desde todos los ángulos posibles y que, sobre todo, actuemos para construir un futuro en el que la tecnología sirva a todos, no solo a unos pocos.