La revolución del coche eléctrico está en marcha, y aunque se habla mucho de sus beneficios ambientales y de la esperada reducción de emisiones, hay un aspecto crucial que se discute menos: el impacto en el empleo. La transición hacia la electrificación del transporte personal, si bien necesaria y positiva para el planeta, amenaza con generar un silencioso tsunami laboral que podría dejar a su paso a miles de trabajadores en la calle.

Es bien sabido que, una vez descontados los costos de desarrollo, fabricar un coche eléctrico es aproximadamente un 30% más barato que producir uno de combustión. La razón principal reside en la simplicidad de su diseño y la drástica reducción del número de piezas. La diferencia fundamental, el corazón de la cuestión, reside en el motor.

Un motor de combustión interna es una maravilla de la ingeniería mecánica, pero también un complejo rompecabezas compuesto por cientos, incluso miles, de piezas. Cada una de ellas, desde la más pequeña junta hasta el cigüeñal, debe funcionar en perfecta sincronía para generar movimiento. Su diseño y fabricación requieren una mano de obra altamente especializada y años de experiencia acumulada.

En contraste, un motor eléctrico es la sencillez personificada. Con apenas unas decenas de piezas, incluso los modelos más modernos que incorporan tierras raras, son significativamente más simples de fabricar. Esta simplicidad se traduce en líneas de producción más cortas, menos robots y, crucialmente, menos personal.

Este cambio tiene profundas implicaciones para la industria automotriz, especialmente en Europa y Norteamérica. Durante décadas, miles de ingenieros han dedicado sus carreras al diseño y perfeccionamiento de los motores de combustión. Estos profesionales, con un conocimiento altamente especializado, se enfrentan ahora a la difícil tarea de reconvertirse a las nuevas tecnologías del coche eléctrico. Muchos de ellos, lamentablemente, podrían verse abocados al paro en los próximos años.

Y la situación no es mejor en las fábricas de montaje. A medida que la transición hacia el coche eléctrico se acelera, las empresas necesitarán menos personal para ensamblar sus vehículos. Ya estamos viendo los primeros síntomas de esta tendencia, con fabricantes como Volkswagen anunciando reducciones de plantilla y cierres de plantas, aunque de momento se escudan en la bajada de las ventas.

La realidad es que la “clave” del automóvil ha cambiado. Hace un siglo, era el motor de explosión; hoy, es la batería y un potente ordenador que controla todas las funciones del vehículo. Los coches eléctricos modernos contienen más software que un avión de combate, lo que ha forzado un cambio de paradigma en la industria. Sin embargo, este cambio no beneficia a todos por igual. Los fabricantes tradicionales, con poca experiencia en el desarrollo de software, se ven obligados a subcontratar o adquirir empresas tecnológicas, lo que a menudo implica reestructuraciones y despidos.

Las empresas europeas y norteamericanas aún se mantienen a flote gracias a las ventas de sus vehículos de combustión. Pero el futuro es incierto. Cuando el coche eléctrico se imponga definitivamente, ¿qué pasará con estas compañías y sus trabajadores? El panorama no es alentador. Es fácil imaginar oleadas de despidos que afectarán a todos los niveles de la industria.

Como siempre, quien pagará el precio de los errores estratégicos de los directivos serán los trabajadores. Directivos que, cegados por la búsqueda de beneficios a corto plazo, no apostaron decididamente por el coche eléctrico cuando aún estaban a tiempo. Ahora, la factura de su miopía la pagarán aquellos que menos responsabilidad tienen en la toma de decisiones.

La transición hacia el coche eléctrico es inevitable y necesaria. Pero debe gestionarse con responsabilidad y con una visión a largo plazo que incluya planes de reconversión y formación para los trabajadores afectados. De lo contrario, la revolución del coche eléctrico, en lugar de un avance para la humanidad, se convertirá en una tragedia social.

La vida, a veces, es terriblemente injusta.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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