El mundo de la microelectrónica está en constante ebullición. La carrera por el desarrollo de chips cada vez más pequeños y potentes no para de acelerar, y la fabricación de estos componentes, sobre todo los de alta tecnología como los de 2 nanómetros, se convierte en un campo de batalla estratégico para las potencias mundiales. En este contexto, Japón entra en escena con un ambicioso proyecto: Rapidus, una nueva empresa de diseño y fabricación de chips que aspira a colocar a Japón en la vanguardia de la tecnología de semiconductores.
El anuncio de la creación de Rapidus, con la colaboración de IBM ( aportando tecnología ) y el respaldo del gobierno japonés, ha resonado en todo el mundo. La apuesta es clara: fabricar chips de 2 nanómetros en Japón, una tarea titánica. Actualmente, sólo unas pocas empresas -TMC, Samsung e Intel- dominan esta tecnología, y su llegada a la producción en masa de chips de 2 nanómetros en los próximos meses pone en perspectiva el desafío que se propone Rapidus.
Rapidus ha sido concebida con un ambicioso plan. La inversión inicial del gobierno japonés asciende a 12 billones de dólares, una cifra que evidencia el compromiso político con la empresa y el desarrollo tecnológico nacional. Sin embargo, este es solo el primer paso. Se estima que la empresa necesitará más de 30 billones de dólares adicionales para alcanzar la producción en serie de chips de 2 nanómetros, una cantidad que pone de manifiesto la envergadura de la inversión y los riesgos inherentes al proyecto.
El objetivo de Rapidus es ambicioso: no solo competir con las empresas ya establecidas, sino participar en liderar la innovación en el sector. Fabricar chips de 2 nanómetros en Japón en un plazo de dos a tres años, no es una tarea fácil, y requiere una enorme coordinación entre el sector público y privado. La compleja cadena de suministro, la investigación y desarrollo, la ingeniería de los procesos de fabricación y la adquisición de equipos especializados son sólo algunos de los desafíos que esperan a Rapidus.

Pero, ¿es realista este ambicioso plan? La respuesta, como en todos los proyectos de esta magnitud, es compleja. Las empresas TMC, Samsung e Intel, con su experiencia consolidada, ya han anunciado la inminente producción de chips de 2 nanómetros. Es muy probable que cuando Rapidus alcance la producción en serie, la tecnología de estas empresas esté aún más evolucionada. Esto no quiere decir que la apuesta de Japón sea inútil, sino que mantener la vanguardia en esta tecnología es extremadamente difícil, y entrar en ella de nuevo lo es aún más.
La motivación detrás de Rapidus va más allá de la simple competencia tecnológica. En el panorama global actual, la soberanía tecnológica se convierte en un factor clave. Los países que desean disponer de las tecnologías emergentes más punteras buscan un control mayor sobre su cadena de suministro, evitando dependencia de actores extranjeros. El gobierno japonés, al apoyar a Rapidus, busca incrementar la independencia tecnológica del país y asegurar que la innovación en este sector vital esté en manos japonesas.
Por otro lado, China también se posiciona con fuerza en la carrera tecnológica. Su apuesta por la autosuficiencia en el desarrollo de chips para aplicaciones domésticas e internacionales es clara. Este clima de competencia y colaboración, junto con el interés de otras potencias en este campo, configura un panorama complejo y dinámico para la industria de la microelectrónica.
La microelectrónica, es un sector que afecta a prácticamente todos los campos de la tecnología moderna, desde la informática hasta la salud, y sin olvidarnos de la Defensa. Todos los países y grandes empresas quieren participar en este desarrollo para aumentar su independencia tecnológica, pero pocos pueden alcanzar el liderazgo absoluto.
En conclusión, el proyecto de Rapidus representa una apuesta audaz de Japón por mantener su posición en la vanguardia tecnológica. Aunque el camino es complejo y el panorama competitivo, el firme compromiso del gobierno japonés, junto con la colaboración público-privada, podría propiciar una importante evolución en el panorama de la microelectrónica.
El tiempo dirá si Rapidus logra su ambicioso objetivo y se convierte en un nuevo actor de referencia en la fabricación de chips de 2 nanómetros.