La reciente noticia de la quiebra de Northvolt, la prometedora empresa sueca de baterías, me ha dejado un sabor amargo. No se trata solo del fracaso de una empresa, sino de un síntoma preocupante de la debilidad europea en un sector estratégico para el futuro de la movilidad: la fabricación de baterías para vehículos eléctricos.
Fundada en 2016 con la ambiciosa visión de desafiar el dominio asiático en el mercado de baterías, Northvolt representaba una esperanza para la industria automotriz europea. La promesa de un suministro local de baterías, crucial para la competitividad de los fabricantes europeos de coches eléctricos, se desvanece con esta quiebra. En un contexto donde Europa apenas fabrica el 3% de las baterías a nivel mundial, la dependencia de China se vuelve aún más evidente y preocupante.
La historia de Northvolt es un ejemplo de las dificultades que enfrentan las empresas europeas en este sector. A pesar de la inversión y el desarrollo tecnológico, la empresa se vio afectada por problemas técnicos que le impidieron cumplir con la demanda. La pérdida de un contrato crucial con BMW por 2.200 millones de dólares el año pasado fue un duro golpe, agravado por una deuda acumulada de 5.800 millones de dólares. Finalmente, la empresa se vio obligada a declararse en quiebra (Chapter 11 en Estados Unidos), dejando a sus 5.000 empleados en una situación precaria y un futuro incierto.

Este caso nos obliga a reflexionar sobre la competitividad de Europa en la carrera por la electrificación del transporte. Mientras las empresas chinas dominan el mercado con mano de hierro, invirtiendo masivamente en I+D y lanzando constantemente nuevas tecnologías de baterías con mejores prestaciones, Europa parece quedarse rezagada. La ambición de la Comisión Europea de alcanzar el 25% del mercado de baterías para finales de esta década suena cada vez más a una quimera si no se toman medidas concretas y contundentes.
Declaraciones grandilocuentes sobre objetivos de mercado sin planes concretos de cómo alcanzarlos son solo palabras al viento. Necesitamos estrategias realistas, con inversión pública y privada, que impulsen la innovación, la creación de empleo y el desarrollo de una cadena de suministro robusta en Europa. De lo contrario, seguiremos dependiendo de proveedores externos, con los riesgos geopolíticos y económicos que ello conlleva.
La quiebra de Northvolt no debe ser vista como un hecho aislado, sino como una señal de alarma. Es necesario un cambio de rumbo, una apuesta decidida por la industria europea de baterías, que incluya:
. Mayor inversión en I+D: No podemos competir con China si no invertimos en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías de baterías. Europa necesita impulsar la innovación en materiales, procesos de fabricación y sistemas de almacenamiento de energía.
. Facilitar la inversión privada: Es fundamental crear un entorno favorable para la inversión privada en el sector, con incentivos fiscales, simplificación de trámites burocráticos y acceso a financiación.
. Potenciar el desarrollo del coche eléctrico en los países europeos, adaptando la capacidad industrial europea
. Desarrollo de una cadena de suministro europea: Debemos reducir la dependencia de proveedores externos, fomentando la producción de materias primas, componentes y equipos necesarios para la fabricación de baterías en Europa.
. Formación de personal cualificado: La transición energética requiere una mano de obra capacitada. Es necesario invertir en programas de formación y educación que preparen a los trabajadores para los empleos del futuro en el sector de las baterías.
La transición hacia la movilidad eléctrica es una oportunidad histórica para Europa. Pero para aprovecharla, necesitamos actuar con decisión y determinación. La quiebra de Northvolt debe servir como un llamado a la acción para construir una industria europea de baterías fuerte, competitiva y sostenible.
Espero sinceramente equivocarme, pero sin un cambio de rumbo, el futuro de la movilidad eléctrica en Europa seguirá dependiendo de decisiones tomadas en otros continentes.
Y si no, al tiempo.