Vivimos en la era de la hiperconexión, donde la comodidad de un hogar inteligente nos seduce con electrodomésticos que aprenden de nuestros hábitos. Pero, ¿a qué precio? Pocos somos conscientes del grado de vigilancia al que nos sometemos al incorporar estos dispositivos a nuestras vidas.
Hoy voy a comentar el caso de las Smart TVs, esas pantallas brillantes que nos ofrecen un universo de entretenimiento desde la comodidad de nuestro sofá. Y la verdad es que, mientras disfrutamos de nuestra serie favorita, nuestra televisión podría estar observándonos más de lo que pensamos.
Un reciente estudio, llevado a cabo por tres universidades de España, Reino Unido y Estados Unidos, y presentado en el Internet Measurement Conference (IMC 2024) de Madrid el pasado noviembre, ha destapado una realidad inquietante: las Smart TVs monitorizan constantemente lo que vemos, recopilando información detallada sobre nuestros gustos y preferencias. Datos que, en teoría, deberían ser privados, pero que terminan en manos de los fabricantes.
¿Cómo lo hacen? A través de una tecnología llamada Reconocimiento de Contenido Automático (ACR, por sus siglas en inglés). Este sistema identifica y registra todo lo que se reproduce en la pantalla, incluso cuando utilizamos la televisión como monitor externo de un ordenador. Las investigaciones demostraron que Samsung, por ejemplo, recopila esta información una vez por segundo, mientras que LG lo hace cada 15 segundos. Imaginen la cantidad de datos que acumulan sobre nuestros hábitos de consumo.
La excusa oficial para esta recolección masiva de datos suele ser la «personalización de la experiencia del usuario», ofreciéndonos recomendaciones de contenido supuestamente adaptadas a nuestros gustos. Sin embargo, la línea que separa la personalización de la manipulación es muy fina, y la falta de transparencia sobre el uso real de estos datos genera una profunda desconfianza. ¿Se utilizan para segmentar publicidad? ¿Se venden a terceros? ¿Influyen en la producción de futuros contenidos? Las respuestas, lamentablemente, no están claras.

Lo más preocupante es que esta vigilancia silenciosa se produce, en la mayoría de los casos, sin el consentimiento informado del usuario. Si bien es cierto que las Smart TVs ofrecen la posibilidad de desactivar el ACR, esta opción, conocida como «Opt-out», suele estar oculta en la maraña de los ajustes del dispositivo.
Y, por defecto, los televisores vienen configurados para recopilar información desde el momento en que los encendemos por primera vez. ¿Cuántos usuarios se toman la molestia de bucear en los menús de configuración para desactivar una función de la que ni siquiera son conscientes? Probablemente, muy pocos.
La responsabilidad de esta situación no recae únicamente en los fabricantes. Nuestras autoridades, encargadas de proteger la privacidad de los ciudadanos, deberían adoptar una postura más firme frente a estas prácticas. Es necesario implementar regulaciones más estrictas que limiten la recolección indiscriminada de datos y, sobre todo, que promuevan la transparencia y el control por parte del usuario.
No basta con ofrecer una opción de «Opt-out» escondida en la configuración; es fundamental que los usuarios sean informados de manera clara y concisa sobre qué datos se recopilan, cómo se utilizan y quién tiene acceso a ellos.
Además, es crucial impulsar campañas de concienciación que eduquen a la población sobre la importancia de proteger su privacidad digital. Debemos aprender a navegar por este nuevo panorama tecnológico con los ojos bien abiertos, exigiendo a las empresas y a las autoridades el respeto que merecemos como consumidores y ciudadanos.
La comodidad no debería ser sinónimo de vigilancia. Tenemos derecho a disfrutar de la tecnología sin renunciar a nuestra privacidad. Es hora de tomar el control de nuestras pantallas y decidir qué información compartimos y con quién. Desactivemos el «ojo que todo lo ve» de nuestras Smart TVs y recuperemos la intimidad de nuestros hogares.
La próxima vez que os senteis frente al televisor, recordar: vosotros decidís qué ver, no la televisión. Investigar cómo desactivar la opción ACR en vuestro modelo específico y compartir esta información con familiares y amigos. La privacidad es un derecho, no un privilegio. Defendámosla.
Y pensar que lo que no se defiende se acaba perdiendo.
Se puede ver un vídeo en: https://youtu.be/eWSsLjClMGY