Como suelo hacer, dejo unas semanas para reflexionar sobre algunas de las cosas que pasan y que me parecen relevantes. Y una de ellas es lo sucedido con el “fallo” de la empresa CrowdStrike que por unas horas tuvo en vilo a una parte importante de la sociedad.

Nuestro mundo está interconectado. Un intrincado tejido de cables, satélites, cables submarinos y software nos permite comunicarnos instantáneamente con cualquier punto del planeta, realizar transacciones financieras con un simple toque en la pantalla, y acceder a una cantidad ingente de información en cuestión de segundos. Vivimos en un mundo digitalizado, donde la tecnología ha tejido un hilo invisible que nos une a todos. Pero este hilo, tan poderoso como sutil, también es frágil.

Un simple fallo en una actualización de software, como el que sufrió CrowdStrike el 19 de julio de este año, pudo paralizar sistemas vitales. Aeropuertos con vuelos cancelados, hospitales con operaciones interrumpidas, empresas con sus sistemas informáticos colapsados, etc …  un simple error se tradujo en un caos tangible, un recordatorio de lo vulnerable que es este mundo interconectado en el que vivimos.

Y la realidad es que no se trata de un caso aislado. Miles de empresas, muchas de ellas desconocidas para la mayoría, trabajan incansablemente en la sombra para mantener este entramado digital en funcionamiento. Desde empresas de ciberseguridad como CrowdStrike, que protegen nuestros datos y sistemas de ataques cibernéticos, hasta gigantes tecnológicos que ofrecen servicios en la nube, como Amazon Web Services o Microsoft Azure, cada una de ellas juega un papel crucial en la red digital global.

La magnitud del impacto de un fallo en una de estas empresas puede ser devastador. Nos basta con imaginar un problema en la empresa Swift, que soporta el sistema de mensajería financiera que conecta a más de 10.000 instituciones financieras en todo el mundo y las transferencias on-line. Un fallo ( por cualquier causa ) de este tipo podría paralizar el sistema financiero global, con consecuencias catastróficas para la economía mundial.

Y es que la interconexión que nos define como sociedad también nos expone a una serie de vulnerabilidades. Un fallo en un servidor de una empresa de telecomunicaciones puede dejar a millones de personas sin acceso a internet. Un ataque cibernético a una empresa de energía puede provocar apagones masivos. Las consecuencias pueden ser devastadoras, no solo para la economía, sino también para la seguridad y el bienestar de la población.

Este riesgo se agrava por la creciente dependencia de la tecnología en todos los aspectos de nuestra vida. Desde la educación hasta la sanidad, la tecnología ha transformado la forma en que vivimos, trabajamos e interactuamos. Pero esta misma dependencia nos hace cada vez más vulnerables a los errores humanos, las fallas de seguridad y los ataques cibernéticos.

El caso de CrowdStrike nos recuerda la importancia de la ciberseguridad. No podemos confiar únicamente en las medidas de seguridad implementadas por las empresas que utilizan nuestros datos. Debemos ser conscientes de los riesgos y tomar medidas para protegernos:

Como usuarios, creo que debemos de ser más que prudentes y disponer de nuestro propio sistema de back-up casero para guardar las cosas que realmente son importantes para nosotros.

Además de las medidas individuales, es fundamental que las empresas y los gobiernos inviertan en investigación y desarrollo de tecnologías de seguridad más robustas. Debemos trabajar juntos para asegurar que nuestra red digital sea más resistente a los ataques y fallos.

La interconexión es un elemento fundamental de nuestra sociedad actual. Nos permite avanzar, innovar y construir un futuro más próspero y conectado. Pero este mismo factor nos expone a una serie de riesgos de los que tenemos que ser conscientes, y que debemos afrontar con responsabilidad y conciencia.

Debemos recordar que la tecnología, por poderosa que sea, es solo una herramienta. Es nuestra responsabilidad utilizarla de forma responsable y construir un futuro digital más seguro y sostenible para todos. El hilo invisible que nos une es un puente que debemos cuidar, proteger y fortalecer para que continúe tejiendo un futuro más brillante.

Pero tenemos que tener en cuenta que en algún momento algunas de esas conexiones se pueden “romper”, aunque sea de manera temporal. Y dentro de lo posible, estar preparados para ello.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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