Cada vez es más frecuente encontrar artículos que hablan del potencial de la Inteligencia Artificial para predecir nuestras intenciones, incluso antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ellas. Este concepto, denominado «economía de la intención» o «intention economy», plantea un futuro donde nuestros deseos son un producto valioso, susceptible de ser anticipado y monetizado. La idea, aunque fascinante desde el punto de vista tecnológico, me deja una profunda sensación de inquietud.

La premisa es sencilla: los agentes de IA, alimentados por la ingente cantidad de datos que generamos en nuestra interacción digital, aprenden a reconocer patrones en nuestro comportamiento. Analizan nuestros historiales de búsqueda, nuestras compras online, nuestras interacciones en redes sociales, incluso nuestra ubicación y el tiempo que dedicamos a cada actividad. Con el tiempo, este análisis masivo permite a la IA anticipar nuestros próximos movimientos, nuestros deseos incipientes, antes incluso de que cristalicen en nuestra mente de manera consciente.

Imaginar el escenario: estais navegando por la web, leyendo un artículo sobre jardinería. Aún no habeis pensado en comprar nada, pero la IA, basándose en vuestro historial de búsquedas relacionadas con plantas, el tiempo que has pasado leyendo el artículo y la época del año, deduce que estás a punto de querer adquirir semillas o herramientas de jardinería. De repente, empiezan a aparecer anuncios personalizados que ofrecen exactamente lo que, inconscientemente, estabas empezando a desear. Es la economía de la intención en acción.

El valor económico de esta capacidad predictiva es innegable. Cualquier empresa estaría dispuesta a pagar por conocer los deseos de sus potenciales clientes antes que la competencia. Anticiparse a la demanda, ofrecer el producto adecuado en el momento preciso, es el santo grial del marketing. Y la IA, con su capacidad de análisis masivo, parece que puede convertir este sueño en realidad.

El término «intentonomy», acuñado hace tiempo por un alto ejecutivo de Meta, ilustra perfectamente esta tendencia. La intención, nuestro deseo aún no formulado, se convierte en la nueva moneda de cambio en el mercado digital. Un mercado donde nosotros, los usuarios, somos a la vez el producto y el consumidor.

Sin embargo, esta visión del futuro me genera una profunda incomodidad. La idea de que una entidad externa, por muy sofisticada que sea, pueda predecir y, en cierta medida, manipular mis deseos, me resulta perturbadora. ¿Dónde queda el libre albedrío en un mundo donde nuestras intenciones son anticipadas y explotadas comercialmente?

Más allá de las implicaciones comerciales, la economía de la intención plantea serias cuestiones éticas y de privacidad. ¿Quién controla estos datos? ¿Cómo se utilizan? ¿Qué garantías existen para evitar la manipulación y el sesgo algorítmico? La posibilidad de que esta información caiga en manos equivocadas, o que sea utilizada para fines no deseados, es un escenario que no podemos ignorar.

La concentración de poder en manos de las grandes tecnológicas, que controlan los datos y los algoritmos, es otro aspecto preocupante. Estas empresas, con su capacidad para predecir y modelar el comportamiento humano, adquieren un poder desproporcionado sobre nuestras decisiones. Un poder que, de no ser regulado adecuadamente, puede tener consecuencias imprevisibles para la sociedad.

La economía de la intención es una realidad incipiente, pero su potencial transformador es innegable. Es fundamental que, como sociedad, reflexionemos sobre sus implicaciones y establezcamos los límites necesarios para garantizar que la IA se utilice de forma ética y responsable, protegiendo nuestra privacidad y nuestro derecho a decidir libremente.

De lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en meros consumidores pasivos, nuestras intenciones mapeadas y monetizadas por algoritmos opacos que escapan a nuestro control. El futuro de nuestra autonomía y nuestra libertad individual está en juego.

¿Alguien pondrá límites a esto?  Permitirme que lo dude.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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