Si te preguntaran cuál es la empresa más valiosa del mundo, quizás pensarías en gigantes tecnológicos consolidados o en petroleras con décadas de historia. Sin embargo, en 2024, la corona se la ha ceñido un nombre que, hasta hace poco, resonaba principalmente en el mundo del gaming: NVIDIA. Su ascenso ha sido tan vertiginoso que parece desafiar la gravedad. Pero, ¿es este coloso tan sólido como aparenta? La respuesta es compleja y fascinante.

Todo cambió a finales de 2022. La irrupción de ChatGPT no solo nos enseñó a conversar con una máquina, sino que desató una auténtica fiebre del oro en el campo de la Inteligencia Artificial (IA). Y en esta carrera, NVIDIA no vendía oro, sino las palas y los picos más codiciados del planeta: sus chips, o más concretamente, sus Unidades de Procesamiento Gráfico (GPU).

En un abrir y cerrar de ojos, las GPU de NVIDIA pasaron de ser el sueño de cualquier videojugador a convertirse en el cerebro indispensable de los centros de datos que entrenan y operan los modelos de IA más avanzados. La compañía, liderada por Jensen Huang, no solo supo responder a esta demanda explosiva, sino que la anticipó, mejorando sus chips a un ritmo endiablado y escalando su producción de una forma que ha dejado boquiabierta a toda la industria.

Aquí es donde la historia adquiere un matiz de thriller corporativo. A pesar de su descomunal capitalización bursátil, la estructura de negocio de NVIDIA es sorprendentemente concentrada. Podríamos decir que es un gigante con unos pies de barro cuidadosamente esculpidos. Cerca del 85% de sus ingresos proviene de tan solo seis grandes clientes.

Piénsalo por un momento. Seis empresas. Gigantes, sí, pero solo seis. Hablamos de los «hyperscalers» que dominan el mundo tecnológico occidental: Microsoft, Meta, Amazon y Alphabet (Google), entre otros. La dependencia es aún más acusada si afinamos el tiro: se estima que solo dos de estos clientes representan casi el 40% de su negocio. Esta concentración es a la vez su mayor fortaleza y su talón de Aquiles.

El debate sobre si vivimos o no en una «burbuja de la IA» es constante. La inversión en este sector es masiva y las expectativas son estratosféricas. Para NVIDIA, este escenario es un arma de doble filo. Mientras la fiesta continúe y la demanda de sus chips (como los de su nueva y revolucionaria arquitectura Blackwell) siga creciendo, su posición es inmejorable.

Sin embargo, cualquier desaceleración en la inversión en IA, cualquier señal de que el mercado se está enfriando, impactaría directamente en su línea de flotación. Al depender de un único y revolucionario nicho de mercado, su destino está indisolublemente ligado al de la propia Inteligencia Artificial.

No todo son riesgos, ni mucho menos. La parte positiva es inmensa. NVIDIA no es solo un jugador en el mercado de la IA; NVIDIA es el mercado de los componentes de alto rendimiento para IA. Su ventaja tecnológica es tan abrumadora que sus competidores luchan por seguir su estela, no por superarla.

Esta posición de dominio casi monopolístico le otorga un poder de negociación extraordinario. Fija los precios, marca el ritmo de la innovación y obliga a los mayores gigantes tecnológicos del mundo a alinear sus estrategias con sus lanzamientos de producto. Es un testimonio de un trabajo constante, una visión clara y una ejecución impecable.

Haber llegado a lo más alto no significa poder relajarse. De hecho, es todo lo contrario. La presión que ejercen los analistas financieros sobre NVIDIA es enorme. Wall Street no solo espera que mantenga sus increíbles resultados, sino que siga superándolos trimestre tras trimestre. Es una exigencia de crecimiento perpetuo que pesa sobre los hombros de este gigante.

En definitiva, NVIDIA es el protagonista de una de las historias empresariales más apasionantes de nuestro tiempo. Ha construido un imperio sobre la revolución tecnológica más importante del siglo XXI, pero lo ha hecho sobre una base de clientes muy reducida. La gran pregunta es: ¿logrará diversificar su reino antes de que el suelo de la IA tiemble o su concentración de poder le permitirá surfear cualquier ola que venga? Solo el tiempo lo dirá.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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