El iPhone, aquel dispositivo lanzado en 2007, marcó un antes y un después en la historia de la tecnología. El smartphone, en su forma básica, se ha convertido en una extensión de nosotros mismos, un compañero inseparable para la comunicación, el entretenimiento, el trabajo… Y, a pesar de los intentos por encontrar un sustituto disruptivo, casi 20 años después, el smartphone sigue firme en su trono.
¿Por qué? La respuesta no es sencilla. No es que no se hayan buscado alternativas. Desde relojes inteligentes y gafas con capacidades limitadas hasta dispositivos basados en IA como el mítico –y, al parecer, efímero– DualView AI, las empresas han tratado de convencernos de que necesitamos algo nuevo. Y aunque algunas tecnologías prometen avances, todavía no han logrado eclipsar al teléfono inteligente en la vida diaria de la gente.
Recientemente, incluso la promesa de la colaboración entre Jonny Ive y OpenAI generó expectativas. Y en el vibrante ecosistema tecnológico chino, la competencia también se ha puesto manos a la obra. Empresas como LightSail, nacida de la experiencia en el ámbito tecnológico de Xiaomi, están investigando, sin duda, con la esperanza de dar con esa solución innovadora. Pero, por ahora, se trata de rumores y especulaciones más que de resultados tangibles.
Lo cierto es que, en la batalla por el futuro, China está poniendo un énfasis importante en el desarrollo de dispositivos inteligentes, particularmente en las gafas. Pero el mercado de las gafas inteligentes, hasta ahora, no parece que vaya a desbancar el dominio del smartphone. La sencillez, la accesibilidad y la intuitividad del smartphone siguen siendo insuperables para la gran mayoría de los usuarios.

La simpleza del smartphone, con sus aplicaciones familiares, su interfaz intuitiva y su ubicuidad, le ha valido una ventaja insalvable. La idea de una interfaz o un nuevo dispositivo basado en gafas para el mismo propósito, a pesar de las capacidades de IA que potencialmente podrían incluir, todavía no logra superar la facilidad de uso y la familiaridad de la experiencia con el smartphone.
Hace unos meses, leí sobre el DualView AI, un teléfono inteligente con dos pantallas, una en la parte superior y más pequeña para la interfaz IA, y otra debajo para las aplicaciones. El concepto sonaba prometedor, pero finalmente no se concretó. ¿Qué ha sucedido? Quizá los avances no fueron los esperados, la complejidad técnica resultó insuperable o la aceptación del mercado se reveló escasa. Difícil de saber.
La realidad es que, en la compleja carrera hacia la innovación, no siempre se cumplen las expectativas o los anuncios. Y hoy ya hay muchos móviles con funciones de AI integradas, e irán en aumento en el futuro.
La verdad es que hoy en día, los smartphones de gama media han alcanzado un nivel de funcionalidad y potencia bastante sorprendente. Su precio, razonablemente asequible, satisface la mayoría de las necesidades de los usuarios. Y cada día que pasa, mejoran sus capacidades de velocidad, potencia y resolución, y por tanto cada día integran más capacidad de IA. El proceso de mejora continua en hardware y software sigue su curso.
La curiosidad por un dispositivo verdaderamente revolucionario que reemplace al smartphone sigue presente. ¿Estará ese invento a la vuelta de la esquina? El tiempo, como siempre, dirá la última palabra. Pero, por ahora, el smartphone sigue reinando.