En pleno 2025, hacerse la pregunta de si debemos usar la Inteligencia Artificial (IA) es como preguntarse hace dos décadas si merecía la pena aprender a usar Internet. La respuesta es simple, directa y categórica: sí, sin ninguna duda. Y no porque sea una moda o una tendencia pasajera, sino porque la IA ya está entre nosotros, influyendo nuestras vidas, aunque no lo sepamos. Lo más inteligente que podemos hacer es conocerla, entenderla y aprender a utilizarla a nuestro favor.
Vivimos en un momento de transformación tecnológica sin precedentes. Los titulares de prensa anuncian despidos masivos por automatización, mientras otros vaticinan futuros distópicos controlados por máquinas. La realidad probablemente esté en un punto intermedio, pero lo que es evidente es que la Inteligencia Artificial está redefiniendo el mundo del trabajo, la educación, la salud y prácticamente todos los sectores productivos.
La inacción no es una opción. Ante este escenario, muchas personas sienten miedo. Otras, simplemente desconcierto. Es normal: toda revolución genera incertidumbre. Lo mismo ocurrió con la llegada de los ordenadores personales, con el auge de Internet, con la aparición de los teléfonos móviles inteligentes, etc ….. Y en todos esos casos, los que mejor se adaptaron fueron los que adoptaron antes la tecnología, no los que se resistieron al cambio.
La IA no es una amenaza en sí misma. Lo que sí es una amenaza es no entenderla, no formarse, no saber cómo puede impactarnos o beneficiarnos. Porque, como cualquier herramienta poderosa, puede usarse para crear o para destruir, para facilitar o para controlar. Y ahí es donde entra la responsabilidad individual y colectiva.
La IA ya te afecta (aunque no lo sepas).Cuando compras en línea y recibes recomendaciones, hay IA. Cuando ves series en plataformas de streaming, hay IA detrás. Cuando usas tu smartphone para traducir, organizar tu agenda o buscar una dirección, estás interactuando con modelos de IA. Incluso los procesos de selección de personal, diagnósticos médicos o decisiones financieras están empezando a ser influidos por algoritmos. No se trata de si vas a usar IA. Es que ya la estás usando, lo sepas o no.

Por eso, formarse en Inteligencia Artificial es hoy una necesidad básica para cualquier profesional, empresario o ciudadano que quiera mantenerse relevante en un mundo cada vez más automatizado y competitivo.
¿Destruirá empleos? Sí. ¿Creará otros nuevos? También. Es ingenuo negar que la IA está ya desplazando trabajos, sobre todo aquellos que son rutinarios, mecánicos o fácilmente automatizables. Desde operadores de call centers hasta tareas administrativas básicas, ya estamos viendo ese cambio.
Pero también están surgiendo nuevas oportunidades en áreas que ni siquiera existían hace cinco años: especialistas en IA, diseñadores de prompts, auditores de algoritmos, entrenadores de modelos, supervisores humanos en sistemas automatizados, expertos en ética tecnológica, etc. Y más allá del sector tecnológico, se están transformando profesiones tradicionales, desde la medicina hasta la agricultura, pasando por la abogacía o la educación.
En esta nueva era, la actitud marca la diferencia. La capacidad de aprender, de adaptarse, de colaborar con máquinas en lugar de competir contra ellas será fundamental. Lo que antes se valoraba como experiencia, hoy tiene que ir acompañado de agilidad mental y curiosidad tecnológica.
Encerrarse en una concha esperando que “pase la tormenta” es una estrategia suicida. Esto no va a pasar. Esto ha venido para quedarse. Y quienes se aferren al pasado, serán arrastrados por la ola.
La IA reemplazará a ciertas personas. Pero seguro que sí reemplazará a quienes no sepan usarla. Esa es la verdad incómoda pero necesaria. La IA no es el enemigo. El verdadero peligro es no estar preparado. Por eso, formarse, experimentar y familiarizarse con estas herramientas es la mejor inversión personal y profesional que puedes hacer ahora mismo.
En resumen: no se trata de si “debemos” usar la Inteligencia Artificial. Se trata de cuándo y cómo vamos a hacerlo. Porque cuanto antes empecemos a entenderla, antes sabremos cómo usarla para nuestro propio beneficio, como ya ocurrió con otras tecnologías disruptivas.
Adaptarse o quedarse atrás. No hay más. Y tú, ¿qué camino vas a tomar?