De todos los grandes avances tecnológicos de la humanidad, el tren sigue siendo, sin duda, uno de los más valiosos. No solo por su capacidad de transportar eficientemente personas y mercancías, sino también por su impacto económico, social y medioambiental. Y aunque los trenes de alta velocidad ya nos parecían una cima alcanzada, hoy estamos en la antesala de una nueva era: la de los trenes ultrarrápidos, que prometen superar incluso a los aviones comerciales. Y si hay un país que está liderando este salto, ese es, sin duda, China.

Actualmente, China cuenta con más de 25.000 kilómetros de vías de alta velocidad, más que el resto del mundo junto. Esta cifra es tan impresionante como reveladora: el gobierno chino ha hecho del ferrocarril una pieza central de su estrategia de infraestructura y tecnología. En segundo lugar en esta clasificación se encuentra España, pero a mucha distancia.

Este desarrollo no es casualidad. Cada cierto tiempo, vemos titulares de prensa que hablan de nuevos avances en trenes, y en muchísimas ocasiones hay empresas chinas en el centro de esos desarrollos. Desde la ingeniería civil para la construcción de nuevas líneas, hasta la investigación de nuevas tecnologías de levitación, China avanza a paso firme.

Uno de los proyectos más ambiciosos es el del tren Maglev (levitación magnética), una tecnología que elimina el contacto con los raíles mediante la suspensión del tren gracias a potentes imanes superconductores. Este sistema permite reducir al mínimo la fricción, y con ello, incrementar la velocidad de forma exponencial.

China tomó como base la tecnología alemana Transrapid y ha desarrollado su propio modelo: el CRRC 600, que fue presentado en junio de 2021. Su objetivo: alcanzar velocidades de 600 km/h. Aunque su entrada en servicio comercial estaba prevista para 2025, es probable que se retrase ligeramente, como ocurre a menudo con proyectos tan complejos. Sin embargo, los resultados técnicos hasta el momento son muy prometedores.

Pero si hay un proyecto que de verdad puede cambiar el juego, ese es el T‑Flight, también conocido como Hyperloop maglev. Desarrollado por CASIC (la Corporación de Ciencia e Industria Aeroespacial de China), este sistema de levitación magnética se mueve dentro de un tubo a bajo vacío, lo que permite reducir aún más la fricción del aire. En la práctica, esto significa que se podría alcanzar una velocidad de 1.000 km/h o más: más rápido que muchos aviones comerciales.

En una prueba reciente, un prototipo logró levitar 22 centímetros y recorrer 2 kilómetros con una desviación mínima. Se ha validado la capacidad de mantener la presión dentro del tubo, estabilizar el sistema en movimiento y frenar con seguridad. Se trata de avances reales, no de promesas.

Mientras en otros países, como Estados Unidos, proyectos similares han quedado estancados o abandonados, China ha logrado mantener la financiación, el impulso político y el compromiso tecnológico. Y eso marca la diferencia. Cuando un gobierno convierte una visión tecnológica en un objetivo nacional, las posibilidades de éxito se multiplican.

El tren es solo un ejemplo del músculo tecnológico que China está demostrando en numerosos campos. Desde la energía solar hasta la inteligencia artificial, el país asiático ha dejado claro que no está dispuesto a quedarse como un mero seguidor: quiere liderar.

Y todo esto no es fruto del azar. Hay un gigantesco trabajo detrás: inversión en investigación, formación de talento técnico, alianzas internacionales y, sobre todo, visión a largo plazo.

Estamos siendo testigos de una transformación en la movilidad terrestre que podría cambiar nuestras ciudades, nuestras formas de viajar y nuestra manera de entender las distancias. China no solo está participando en ese cambio: lo está liderando.

Hay que quitarse el sombrero ante los desarrollos que están logrando. Porque detrás de cada prueba, cada vía instalada y cada tren lanzado, hay miles de horas de trabajo, ingeniería, perseverancia y visión.

Y si los trenes han sido uno de los mejores inventos para conectar al mundo, el futuro que se está diseñando desde China promete llevar esa conexión a una nueva dimensión.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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