En el mundo del automóvil deportivo, pocas marcas despiertan tanta emoción como Ferrari. Sin embargo, incluso los gigantes del motor tienen que adaptarse a los nuevos tiempos. En plena transición hacia la movilidad eléctrica, la pregunta es inevitable: ¿cómo se diferencia un coche eléctrico de lujo cuando casi todos los motores ofrecen una aceleración similar y una mecánica relativamente sencilla?
Y es que, a diferencia de los motores de combustión, los motores eléctricos son compactos, silenciosos y muy eficientes. Prácticamente todos los coches eléctricos aceleran de forma impresionante y con una suavidad que antes solo se asociaba a vehículos de altas prestaciones. Por eso, la diferenciación ya no está en el motor, sino en la experiencia global que la marca es capaz de ofrecer.
Ferrari lo tiene claro: su primer coche 100% eléctrico debe seguir siendo, ante todo, un Ferrari. Y aunque aún faltan unos años para verlo en las carreteras —la marca no espera lanzarlo hasta 2028— ya ha querido dejar claro que será un coche especial. En su reciente presentación en Maranello, mostró parte de su tecnología y algunas especificaciones que impresionan incluso a los más escépticos.
Entre los datos revelados destacan:
. Velocidad máxima: 310 km/h
. Aceleración de 0 a 100 km/h: 2,5 segundos
. Potencia: 1.000 caballos
. Autonomía: 530 km
. Batería: 122 kWh con un peso de 2,3 toneladas
. El coche generará un ruido especial a partir de vibraciones del motor
Aunque no mostró el diseño exterior, todo apunta a que será un coupé de cuatro puertas, algo inédito para la marca italiana. Incluso el nombre que suena con más fuerza —Elletrica— refleja el nuevo enfoque sin perder la elegancia característica de Ferrari.

Ferrari fabrica unos 14.000 coches al año, y en muchos casos sus compradores deben esperar hasta 24 meses para recibir el vehículo. No vende simplemente automóviles: vende una experiencia, una manera de vivir la velocidad, la exclusividad y el diseño.
Por eso, su reto no es solo fabricar un coche eléctrico potente, sino trasladar su esencia —esa mezcla de arte, ingeniería y pasión— a un modelo sin el rugido del motor de combustión. En ese sentido, el desafío técnico es tan importante como el emocional.
Ferrari no es la primera marca de lujo que se aventura en el terreno eléctrico. Porsche, Aston Martin, Lotus o Rolls-Royce ya han presentado sus propios modelos eléctricos o híbridos, con resultados dispares. Las ventas, por ahora, son modestas. El público de este tipo de coches sigue siendo selecto y, sobre todo, exigente.
Sin embargo, hay una tendencia clara: casi la mitad de los Ferrari vendidos actualmente son híbridos, lo que demuestra que la marca y sus clientes están dispuestos a evolucionar. El paso hacia un modelo 100% eléctrico parece inevitable, pero Ferrari quiere hacerlo a su manera: sin prisa, pero sin renunciar a su ADN.
Todo indica que el Ferrari Elletrica tendrá un precio cercano a los 500.000 euros, manteniendo el nivel de exclusividad habitual de la marca. Seguirá siendo un coche para unos pocos privilegiados, más un símbolo de estatus que un medio de transporte cotidiano. Pero su importancia va más allá del lujo: representa un punto de inflexión en la historia de la automoción deportiva.
Personalmente, este tipo de coches no me interesa por su precio ni por su exclusividad. Lo que realmente me fascina es cómo marcas como Ferrari buscan la diferenciación en un sector donde los motores eléctricos tienden a parecerse cada vez más.
En un mundo donde la aceleración de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos ya no sorprende, la verdadera batalla está en crear emoción, en diseñar una experiencia única, en mantener viva la pasión por conducir, incluso sin el rugido del motor.
Y si alguien puede lograr que un coche eléctrico siga siendo un objeto de deseo, probablemente sea Ferrari.