El hidrógeno se ha convertido en uno de los grandes protagonistas del futuro energético. Es limpio, abundante y su combustión no genera emisiones contaminantes, solo vapor de agua. Suena perfecto. Sin embargo, hay un gran obstáculo que frena su adopción masiva: su almacenamiento y transporte.
Para que el hidrógeno pueda ser útil en aplicaciones reales —como la movilidad o la generación de electricidad— debe almacenarse a temperaturas extremadamente bajas (alrededor de -253 ºC) o a presiones muy altas (hasta 700 bares). Esto encarece enormemente su manejo y lo aleja de ser una solución viable a gran escala.
Pero una nueva investigación publicada recientemente en el Journal of Magnesium and Alloys podría cambiar este panorama por completo. Y lo mejor: lo haría con materiales relativamente comunes y de bajo coste.
Un equipo del Korea Institute of Materials Science (KIMS) ha desarrollado una innovadora aleación de magnesio, níquel y estaño (Mg-20Ni-Sn) capaz de absorber grandes cantidades de hidrógeno en su interior.
Este proceso no es exactamente nuevo en concepto —hay otros materiales que pueden absorber hidrógeno—, pero lo innovador aquí es la eficiencia, estabilidad y bajo coste del material.
La aleación actúa como una esponja metálica. Cuando se expone al hidrógeno, lo capta en su estructura interna y lo retiene de forma segura. Lo mejor: no necesita condiciones extremas para mantener el hidrógeno almacenado. Esto significa que podría transportarse a temperatura ambiente y presión atmosférica, algo impensable con los sistemas tradicionales.
Para maximizar la absorción, los investigadores trituraron el material hasta obtener partículas de unos 50 micrómetros. Esta reducción drástica del tamaño de grano permite aumentar la superficie de contacto con el hidrógeno, lo que favorece la reacción química de absorción.
Este detalle técnico, aunque pueda parecer menor, marca una gran diferencia en la eficiencia del sistema, ya que acelera la carga y descarga del hidrógeno en el material.
¿Y cómo se libera el hidrógeno después?
Aquí entra en juego otro elemento importante: la tecnología de calentamiento por inducción. Aunque los detalles del proceso no se han revelado completamente (forman parte del know-how del equipo), sí se ha confirmado que el material puede liberar el hidrógeno cuando se calienta mediante inducción, lo que permite un control preciso, rápido y seguro.
Este sistema abre nuevas posibilidades para que el hidrógeno sea utilizado cuando y donde se necesite, sin depender de complejos tanques criogénicos ni compresores de alta presión.
Uno de los grandes atractivos de este nuevo método es su potencial para reducir costes. El magnesio y el estaño son materiales relativamente abundantes y baratos en comparación con otros usados en tecnologías similares. Y al eliminar la necesidad de infraestructura para altas presiones o temperaturas extremas, los costes operativos también se reducen significativamente.
Además, desde el punto de vista de la seguridad, transportar hidrógeno dentro de una aleación sólida es mucho más estable y menos inflamable que en forma de gas comprimido o líquido criogénico.
Adjunto la foto que han presentado los investigadores para explicar gráficamente el proceso

Si este sistema o algún otro similar logra escalarse industrialmente, podríamos estar ante un punto de inflexión para la economía del hidrógeno y su utilización en el futuro.
Imagina camiones, trenes, o barcos capaces de funcionar con hidrógeno almacenado de forma segura y barata. O fábricas que puedan recibir «bloques» de aleación cargados de hidrógeno, listos para usarse como fuente de energía limpia. Sería un cambio total.
Los beneficios también se extienden a las energías renovables: el hidrógeno puede actuar como vector de almacenamiento de energía solar o eólica, permitiendo aprovechar excedentes y liberarlos cuando la demanda lo requiera.
No cabe duda de que las grandes industrias están atentas a este tipo de avances. En el actual contexto de transición energética, cualquier tecnología que facilite el uso del hidrógeno sin los enormes costes actuales es bienvenida.
Es cuestión de tiempo que empresas del sector del transporte, la energía o incluso la aviación comiencen a explorar este nuevo sistema como una opción viable. Especialmente si los resultados experimentales continúan siendo tan prometedores como hasta ahora.
Conclusión: el hidrógeno parece que está cada vez más cerca. Este descubrimiento no resuelve todos los problemas del hidrógeno, pero sí uno de los más importantes: su manipulación segura y económica. Y lo hace con una solución elegante y técnicamente sólida.
Como en muchas revoluciones tecnológicas, la clave no está solo en descubrir algo nuevo, sino en hacerlo viable, reproducible y asequible. Y esta aleación de magnesio, níquel y estaño parece cumplir con esas condiciones. Pero hay que confirmarlo.
El hidrógeno sigue siendo la gran promesa de la energía limpia. Y ahora, gracias a este avance, parece estar un poco más cerca de convertirse en una realidad cotidiana. Ojalá lo veamos cuanto antes.