Uber, la plataforma de transporte más grande del mundo, ha dado un paso estratégico y muy inteligente: colaborar con todas las empresas que ofrecen taxis autónomos, para integrarlas dentro de su propia app. En lugar de seguir invirtiendo en desarrollar sus propios vehículos sin conductor, Uber ha cambiado de rumbo. Y lo ha hecho con una visión clara: aprovechar su principal fortaleza, que no es otra que su inmensa base de usuarios.

Hoy, millones de personas usan la app de Uber en cientos de ciudades de todo el mundo. Muchos de ellos no solo piden un coche con conductor, sino también comida a través de Uber Eats, o paquetes con Uber Direct. Pero el gran salto de Uber hacia el futuro llega con los vehículos autónomos.

Hace años, esta empresa intentó desarrollar sus propios taxis sin conductor. Invirtió miles de millones de dólares en el proyecto, pero los resultados no fueron los esperados. Problemas técnicos, accidentes y una competencia feroz obligaron a la empresa a abandonar esa ruta.

Sin embargo, Uber no renunció a la idea. Solo cambió de estrategia. En vez de fabricar sus propios coches, empezó a buscar acuerdos con empresas tecnológicas que ya están operando taxis autónomos.

¿El objetivo? Que sus usuarios puedan elegir entre un viaje tradicional con conductor o uno con vehículo autónomo, todo desde la misma app.

Un ejemplo claro de esta nueva estrategia se está viendo en Atlanta y Austin, dos ciudades donde los usuarios de Uber ya pueden solicitar un coche autónomo de Waymo, la empresa de vehículos sin conductor de Alphabet (la matriz de Google).

En estos casos, Uber no compite con Waymo. Colabora. Waymo pone los coches, Uber pone los clientes. Y ambos ganan.

Esto contrasta con lo que ocurre en ciudades como San Francisco, donde Waymo opera por su cuenta, compitiendo directamente con Uber. De hecho, ya ha logrado captar aproximadamente un tercio de todos los viajes urbanos, lo que demuestra el potencial de esta tecnología.

Una jugada inteligente: colaboración y competencia a la vez

Este modelo híbrido, donde se combina colaboración con competencia, es especialmente ventajoso para Uber. No necesita asumir el alto riesgo de desarrollar tecnología autónoma propia. En su lugar, se apoya en las empresas que ya la tienen lista.

Y lo más importante: Uber se convierte en la gran puerta de entrada de los taxis autónomos al mercado masivo. ¿Por qué? Porque tiene lo que muchos aún no han conseguido: millones de usuarios activos y fieles, acostumbrados a usar su app a diario.

La visión de Uber no se limita a Estados Unidos. El CEO de la compañía, Dara Khosrowshahi, ya ha confirmado su intención de extender este modelo a otras regiones del mundo.

Una de las alianzas más llamativas es la que ha firmado con Baidu, la empresa china que ya opera taxis autónomos en varias ciudades del gigante asiático, y con la que quiere acceder a otras ciudades chinas y del resto del mundo.

También se están explorando acuerdos en países como Emiratos Árabes Unidos, donde la tecnología autónoma está avanzando a gran velocidad.

Con estos movimientos, Uber se posiciona como una plataforma global para la movilidad autónoma, sin necesidad de ser fabricante de vehículos, y sin el riesgo económico que eso supone.

La gran ventaja de este modelo es que el cliente elige. Si quiere un coche con conductor, lo tiene. Si quiere experimentar con un taxi autónomo, también puede hacerlo. Todo desde una app que ya conoce y confía.

Este enfoque reduce el miedo inicial que muchas personas tienen frente a los coches sin conductor, ya que no se les obliga a usarlos, sino que se les ofrece como opción. Además, al estar integrado en la misma app, el proceso es igual de sencillo que pedir un Uber tradicional.

Desde el punto de vista empresarial, la estrategia de Uber me parece brillante. Aprovecha su gran ventaja competitiva —su base de usuarios— para entrar en un mercado emergente sin asumir los enormes riesgos financieros de desarrollar tecnología propia.

Si los taxis autónomos triunfan, Uber ya estará allí, lista para capitalizar esa oportunidad. Si no lo hacen, su modelo de negocio tradicional sigue funcionando.

¿Está cerca la revolución de los taxis autónomos?

Aunque llevamos años escuchando que los coches autónomos están “a la vuelta de la esquina”, lo cierto es que su implantación sigue siendo lenta y desigual.

Los avances tecnológicos están ahí. Pero los retos regulatorios, los costos de operación y la aceptación por parte del público hacen que la expansión sea más progresiva de lo que muchos esperaban.

Aun así, el camino parece trazado. Las ciudades con más innovación tecnológica ya están viendo cómo los coches sin conductor forman parte del paisaje urbano. Y con la entrada de Uber en esta ecuación, la adopción masiva podría acelerarse.

Uber no quiere reinventar la rueda, quiere ser la autopista por la que rueden todos los coches, incluidos los autónomos. Su estrategia de integración de terceros le permite estar en el centro de una revolución sin asumir todos los riesgos. Una apuesta inteligente, flexible y con visión de futuro. ¿Será Uber el líder del transporte autónomo sin tener un solo coche?

Es una seria posibilidad que el tiempo nos traerá.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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