Nos vendieron la 5G como la tecnología que cambiaría el mundo. Prometieron velocidades increíbles, una latencia casi inexistente y una experiencia móvil radicalmente mejorada. Pasados casi cinco años, ¿dónde está esa revolución?

La verdad es que, para muchos usuarios, los cambios han sido mínimos. Y ahora, ya estamos escuchando hablar de la 6G, la próxima generación de redes móviles. ¿Estamos ante un avance real o simplemente ante una campaña de marketing anticipada?

Cuando la 5G comenzó a desplegarse, el entusiasmo era palpable. Se hablaba de aplicaciones revolucionarias como la realidad virtual inmersiva, los coches autónomos y la telemedicina avanzada. Sin embargo, la realidad ha sido más moderada. A pesar de que la 5G ofrece velocidades teóricamente mucho mayores que la 4G, en la práctica, muchos usuarios apenas han notado una diferencia significativa en su día a día.

Un factor clave es la implementación limitada de la banda milimétrica (mmWave), una de las claves para alcanzar las velocidades pico prometidas. Esta banda, que oscila entre 24 y 100 GHz, ofrece un ancho de banda mucho mayor, pero su cobertura es limitada y requiere una densidad de antenas mucho mayor. En Europa, el despliegue de la mmWave es aún muy incipiente, lo que restringe el potencial de la 5G. Además, la mayoría de los dispositivos 5G todavía operan en bandas de frecuencia más bajas, cercanas a las de la 4G.

Ante la lentitud en la adopción de la 5G, los fabricantes de chips, como Qualcomm, ya están mirando hacia el futuro y presentando las primeras tecnologías 6G. La promesa principal de la 6G reside en su optimización para la Inteligencia Artificial (IA). Se espera que esta nueva generación de redes mejore significativamente el manejo y el procesamiento de grandes volúmenes de datos, lo cual es esencial para el desarrollo de aplicaciones de IA más sofisticadas.

La IA se puede entender en dos grandes vertientes. La IA en la nube se encarga de ejecutar los modelos de aprendizaje automático, mientras que la IA en el borde (edge computing) permite procesar los datos directamente en los dispositivos o cerca de ellos. Esta última es crucial para aplicaciones que requieren respuestas instantáneas y una baja latencia, como los vehículos autónomos o la robótica industrial.

Aquí es donde entran en juego los intereses económicos. Las empresas que fabrican los chips que alimentan los dispositivos en el borde, como Qualcomm, ven en la 6G un mercado potencial de miles de millones de dispositivos conectados. Cada chip 6G representa una oportunidad de negocio enorme.

Es por eso que se estima que la 6G podría estar disponible para finales de la década de 2020, y es probable que se nos presente como la solución a todos los problemas tecnológicos del futuro, incluso si no los necesitamos. La necesidad de un nuevo estándar, una vez que la 5G aún no está completamente implementada, es un argumento de venta potente.

Si bien la 6G presenta un potencial interesante, es importante mantener una perspectiva crítica. La 5G aún está en proceso de maduración, y su despliegue completo llevará tiempo. Antes de que podamos hablar de la 6G como la próxima revolución, es fundamental que la 5G cumpla con sus promesas y que se aborden los desafíos técnicos y económicos que aún enfrenta.

La pregunta clave no es si la 6G llegará, sino si realmente necesitaremos todos los beneficios que se le prometen. O si, simplemente, estamos ante una nueva generación de tecnología con un marketing muy agresivo, diseñado para impulsar un ciclo de consumo continuo. El tiempo lo dirá.

Amador Palacios

Por Amador Palacios

Reflexiones de Amador Palacios sobre temas de Actualidad Social y Tecnológica; otras opiniones diferentes a la mía son bienvenidas

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